miércoles, 4 de marzo de 2015

Sí, Cuenta Conmigo REFLEXIONES PARA JÓVENES QUE BUSCAN... Vocación

Un Obispo en Misión

José Gea Escolano

4 diciembre 2009 por josegea
INTRODUCCIÓN
El problema de las vocaciones sacerdotales y consagradas nos preocupa a todos en la Iglesia; no sólo porque necesitamos sacerdotes y otras personas consagradas para la evangelización del mundo de hoy, sino porque debemos procurar entre todos, que nuestros jóvenes encuentren su puesto en la Iglesia. La vocación es una llamada del Señor para ocupar ese puesto que es la razón de nuestra vida.
Nuestro mundo necesita de personas dedicadas en exclusiva a la evangelización. No hay un ambiente apto para que se desarrolle la llamada del Señor a ocupar el puesto asignado. Lo fuerte de nuestra sociedad no es precisamente el clima religioso y sobrenatural. A la hora de la respuesta, los jóvenes han de apostar muy fuerte, y no sé si estamos preparados para acompañarles debidamente. Falta un clima de oración para establecer con fruto un diálogo serio con el Señor. La dirección espiritual personalizada cae en desuso.

Son muchos los jóvenes que creen percibir la llamada de Dios. Porque Dios sigue llamando en una sociedad con raíces cristianas que se está paganizando. Y si el Señor busca la oveja perdida, ha de salir en busca de una sociedad que se está apartando de El. Ha de seguir llamando a trabajar en su viña.
En este escrito trato de ayudar a los jóvenes a ponerse en contacto con Cristo y a dialogar con El, a escucharle y a responderle; a estar atentos a la posible invitación de Cristo a seguirle, si es que esta invitación entra en los planes de Dios. Trato de introducirle en un diálogo cordial con Jesús para que, si percibe la llamada, pueda surgir desde dentro la respuesta positiva, con la naturalidad con que surge entre amigos.
Sencillamente, intento ayudarles a percibir la posible llamada del Señor a una vida de consagrada o sacerdotal, a que tampoco vean en el matrimonio un camino de santidad de segunda clase, y a que descubran cuál es su puesto en la Iglesia. Intento también animarles a no echarse atrás, por muy difícil que les parezca el camino de su vocación cuando, en diálogo con el Señor, lo descubran.
Pienso también que se podrían publicar unas laudes para jóvenes con salmos apropiados y que les pudiesen servir para escuchar al Señor y hablarle de corazón.
¿No os parece que podríamos empezar con una oración?
ORACIÓN POR LOS JÓVENES QUE BUSCAN
Señor, sé que sigues llamando a quienes quieres que te sigan de cerca.
Sé que tu llamada no es como una inclinación ni como una tendencia, ni algo así como cuando uno se enamora. Tu llamada es una invitación a participar en tu cruz por la salvación de los hombres; y aceptar tu llamada equivale a responder a tu amistad.
Sé que es difícil seguir a tu Hijo Jesús y más, cuando uno se decide a vivir únicamente para ti, asumiendo como propia, la misma misión que le encomendaste a Él de salvar a todos los hombres.
Hay que dejar atrás muchas cosas, comodidades, amistades, familia, vinculaciones, intereses… hasta los propios derechos. Hay que entrar muy a fondo en la vivencia del misterio de la cruz de tu Hijo Jesús. Esto cuesta, Señor. Sólo se puede dar el paso de aceptar tu llamada, cuando uno, consciente de tu amor, quiere responder al gesto de tu Hijo de aceptar la cruz por nosotros.
Gracias, Señor, porque nos inquietas para que no nos acomodemos a un mundo de bienestar y de pecado. Gracias porque cuentas con nosotros para que colaboremos contigo en la construcción de un mundo nuevo. Gracias porque nos das la ilusión de servirte donde necesitas de amigos dispuestos a ser fieles a tu amistad. Gracias porque llenas de gozo a quien se decide a seguirte. Gracias porque cuando te decimos que sí, te sentimos cercano y amigo; porque te sentimos incluso agradecido a nosotros, pobres pecadores.
Padre, da a los jóvenes la fortaleza de tu Espíritu para que no se hagan atrás si oyen tu invitación a seguir a Jesús por caminos de generosidad y de entrega a tu servicio. El ambiente de nuestro mundo no ayuda ni siquiera a oír tu llamada. Hay muchas voces a nuestro alrededor. Necesitamos entrar en el espacio más íntimo de nuestro ser para escucharte. Y a veces simulamos no oírte para no tener que comprometernos.
Di a los jóvenes a quienes llamas, que no teman; diles que han de luchar, que han de sufrir, pero que también van a sentirse muy amados por ti; que van a ser como tu Hijo Jesús, incomprendidos por el mundo, pero comprendidos por ti.
Recuérdales las palabras de tu Hijo a sus apóstoles: No temáis; Yo he vencido al mundo. Son muchas las dificultades y las incomprensiones y las persecuciones que van a tener; pero
Diles también que tu Hijo Jesús no les va a abandonar nunca, que estará siempre con ellos, que es amigo fiel y no deja en la estacada a quienes se han fiado de El y han dejado todo por seguirle.
Diles que les mandarás tu Espíritu para que esté con ellos, para que hable por ellos, para que los convierta en unos hombres nuevos como convirtió en hombres nuevos a los apóstoles el día de Pentecostés.
Diles que con la luz del Espíritu responderán a las acusaciones que harán contra ellos.
Diles también que con la fuerza del mismo Espíritu no podrán ser arrollados por un mundo sin ideales y sin esperanzas, sin amor y sin hermandad.
Diles que no esperen una vida blandengue, que sean valientes, que se arriesguen sin miedo.
Diles que seguir a tu Hijo es apasionante y maravilloso; pero que hay que arriesgarse para saborear lo que es sentirse queridos y quererte de verdad.
Agradecimiento muy especial Monseñor Gea. Esperamos que muchos jóvenes reflexionen con su ayuda. Bendiciones.