viernes, 19 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
Relaciones Conflictivas en Comunidad
Urbano Sánchez García
No se agotan los conflictos que giran en torno al
respeto-ofensa, servicio-egoísmo, gratitud-antipatía, optimismo-pesimismo,
sinceridad-mentira, comunicación-monólogo, comprensión-intolerancia,
aceptación-impaciencia. No. Existen otros conflictos que son más difíciles de
superar. Por ejemplo, cuando: un miembro de la comunidad está enfermo o es un
depresivo o un adicto; el orgulloso que no reconoce sus errores y humilla a los
más débiles (humildad-orgullo); el envidioso que no perdona, guarda rencor y
procura la venganza (rencor-perdón). O cuando la persona solidaria es criticada
por el insaciable y avaricioso (solidaridad-avaricia). O cuando hay que
relacionarse con una persona mentirosa y desconfiada. O cuando la ideología
política enfrenta a los miembros de una comunidad (izquierdas-derechas).
Adicción-salud Cuando
en la familia, un miembro está enfermo o es un depresivo o un adicto.
En ocasiones, junto a una mayoría de personas con salud, convive
algún que otro miembro que causa problemas a los demás. Varios ejemplos: el que
adolece de alguna enfermedad física o el esclavizado por la droga, bebida,
diversiones, amistades, sexo descontrolado. También causa conflictos la persona
depresiva que no realiza las tareas domésticas y molestas con “sus manías”. Y,
para algunas familias, las personas mayores y con dependencia, sobre todo
cuando faltan los medios para una digna atención.
Para la problemática suscitada, gran solución ofrece el amor, el
sacrificio y la compañía de la familia. Pero si hay que apartar a un miembro
del hogar, suscitará conflictos porque no todos estarán de acuerdo. En
ocasiones, no habrá más remedio que “aguantarlo” por sus méritos, su autoridad,
aportación económica o por el cariño que se les tiene.
Humildad-orgullo
Cuando el orgulloso no reconoce sus errores y humilla a los más débiles
Cuando el orgulloso no reconoce sus errores y humilla a los más débiles
¿En qué grupo, equipo, comunidad o familia, no existe algún
miembro que merece el calificativo, en mayor o menor grado, de persona
orgullosa que gusta de sobreponerse a las otras, pacientes y humildes? Sí,
existe. Y la convivencia con ella es tensa, muy conflictiva. ¿Razones? Porque
el soberbio, y mucho más cuando es superior en inteligencia y autoridad, se
caracteriza por ser un idólatra de su ego y no admite a nadie superior a sí
mismo a quien tenga que rendir cuentas. Él, que se considera el más
inteligente, desprecia internamente a los demás y los humilla corrigiendo sus
defectos. Por lo tanto es un individuo incapaz de escuchar alguna crítica sobre
sus criterios y conducta: el hipersensible ante su honor y dignidad, juzga como
enemigo a quien se opone a su pensar y decidir. De la amplia temática
conflictiva entre personas orgullosas con humildes y pacientes, sobresale la
situación en la cual los humildes reconocen sus errores y los orgullosos
justifican siempre sus faltas.
Difícil tarea que reconozca sus errores y que no se justifique
“por principio”. La humildad para el soberbio es como un pecado capital.
Considera un absurdo pedir perdón por las ofensas y omisiones, el reconocer los
errores al notar que el prójimo se sintió ofendido. Y en justificarse por
sistema como si el otro fuera "el malo" y él "el bueno" de
la película.
Rencor-perdón
Cuando el envidioso no perdona, guarda rencor y procura la venganza.
Cuando el envidioso no perdona, guarda rencor y procura la venganza.
Merece el calificativo de envidiosa toda persona que siente
tristeza o fastidio por el bien ajeno; que contempla con malos ojos la
promoción de los otros como si fuera una disminución su dignidad y fama. El
discurso del envidioso es muy crítico y su relación con el prójimo está
impregnada del odio más o menos oculto: el otro tiene lo que él pretendía pero
no ha podido conseguir. Es evidente: el cáncer para una convivencia pacífica es
el orgullo de un envidioso que no perdona, que no olvida y que está pronto a
devolver el golpe.
Por contrario, contribuye a una convivencia feliz quien al recibir una excusa, es generoso en manifestar su perdón. Más aún: al recordar ofensas e ingratitudes, se esfuerza por borrar de su mente los recuerdos negativos. Y al rezar el Padre nuestro, recuerda que pide perdón a Dios de sus ofensas comprometiéndose a perdonar a los ofensores.
Por contrario, contribuye a una convivencia feliz quien al recibir una excusa, es generoso en manifestar su perdón. Más aún: al recordar ofensas e ingratitudes, se esfuerza por borrar de su mente los recuerdos negativos. Y al rezar el Padre nuestro, recuerda que pide perdón a Dios de sus ofensas comprometiéndose a perdonar a los ofensores.
Solidaridad-avaricia
Cuando la persona solidaria es criticada por el insaciable y avaricioso
Cuando la persona solidaria es criticada por el insaciable y avaricioso
La solidaridad, como fruto de la sensibilidad ante el necesitado, marca las
relaciones interpersonales de la persona que se pregunta: ¿de qué manera ayudar
al prójimo? Y responde: con el servicio desinteresado, con la promoción y
liberación para que el necesitado remedie sus necesidades con ayuda ajena, pero
sin paternalismos. Tampoco olvida las clásicas obras de misericordia, tanto las
de orden espiritual (enseñar al que no sabe, consolar al triste...) como las de
tipo corporal (visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento...).
Pero, en ocasiones, en la misma familia o grupo social, surge la protesta de
quien todo lo necesita. Es la persona dominada por la avaricia convierte en
ídolo la riqueza como seguridad para sí y para los suyos. Además, muestra
insensibilidad hacia el prójimo necesitado a quien sacrifica para satisfacer
sus ansias de mayores riquezas; experimenta el placer de la posesión de los
bienes materiales a los que adora y rinde culto. Tal persona convierte “el ser
más” en otro ídolo (personal o colectivo), objeto de culto y fuente de
divisiones sociales.
Sinceridad-mentira Cuando hay que relacionarse con una persona mentirosa y
desconfiada.
Quitan la confianza y la paz de cualquier grupo, equipo o
familia, los miembros que merecen el calificativo de falsos, poco fiables por
el uso frecuente de la mentira y de otras manipulaciones. Y mucho más, los cínicos
que no tienen pudor ni vergüenza en mentir con el mayor descaro. En el mismo
nivel están situados a quienes llamamos “malvados” porque conscientemente
lesionan con su mentira algún derecho del prójimo.
Gran servicio prestan al grupo o comunidad las personas transparentes y sinceras. Con razón se ganan la confianza y dan seguridad a las relaciones interpersonales. Así mismo es de agradecer el esfuerzo por merecer la confianza y seguridad en quienes nos rodean. Y el no dar motivos de desconfianza con actitudes oscuras, verdades a medias o con mentiras que desprestigian.
Gran servicio prestan al grupo o comunidad las personas transparentes y sinceras. Con razón se ganan la confianza y dan seguridad a las relaciones interpersonales. Así mismo es de agradecer el esfuerzo por merecer la confianza y seguridad en quienes nos rodean. Y el no dar motivos de desconfianza con actitudes oscuras, verdades a medias o con mentiras que desprestigian.
Izquierdas-derechas Cuando la ideología política enfrenta a los miembros de una
comunidad.
En el mundo pluralista no es raro que entre los amigos o
compañeros de trabajo surjan tensiones, enfrentamientos, y conflictos por la
mentalidad y conducta en lo social-político. Muchos miembros del grupo,
familia, equipo o de la oficina, se autocalifican conservadoras o progresistas.
Unos miembros exaltan lo antiguo y los valores tradiciones: son los
conservadores. Y otros, los que defienden lo nuevo, son los progresistas que
adoptan criterios opuestos. Tanto unos como otros pueden enfrentarse hasta con
respuestas fanáticas o fundamentalistas en lo político o en lo religioso.
Progreso y tradición, izquierdas y derechas alteran la paz de muchas
comunidades.
Con más detalles: de una parte están los radicalizados por lo antiguo, obsesionados por el ayer que a toda costa quieren imponer al mundo de hoy como praxis política. Magnifican lo que se forjó en la tradición y desprecian, o no valoran debidamente, lo que surge en el hoy; vuelven continuamente su mirada hacia atrás con el deseo de mantener todo el pasado político o religioso como solución para el presente. Reciben los calificativos de “fachas”, gente de derechas.
Con más detalles: de una parte están los radicalizados por lo antiguo, obsesionados por el ayer que a toda costa quieren imponer al mundo de hoy como praxis política. Magnifican lo que se forjó en la tradición y desprecian, o no valoran debidamente, lo que surge en el hoy; vuelven continuamente su mirada hacia atrás con el deseo de mantener todo el pasado político o religioso como solución para el presente. Reciben los calificativos de “fachas”, gente de derechas.
Y en lado opuesto están los de mentalidad progresista, que son
los radicalizados por lo nuevo en materia sociopolítica, defensores a ultranza
de las doctrinas e iniciativas modernas, nuevas o progresistas. Su actitud está
bajo el sello del extremismo que llega al fanatismo motivado por el progreso o
la tradición. Rasgo propio es la exaltación de las nuevas mediaciones
religiosas y el rechazo de las antiguas o tradicionales. Son acusados como unos
comunistas o “gente de izquierda”.
¿Cuál será la normativa más elementa para una convivencia
pacífica? Que todos dialoguen con
respeto, sin agresividad y sin pretender absolutizar la opción preferida.
Aunque lo mejor sería evitar la confrontación.
Planteamientos Interesantes del Padre Urbano Sánchez García, que compartimos muy gustosos.
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