lunes, 17 de noviembre de 2014

VEN HOSTIA DIVINA, VEN HOSTIA DE AMOR, VEN HAZ DE MI PECHO, PERPETUA MANSIÓN.

La Religión Católica tiene por base de sus creencias el misterio adorable de la Redención. Esta última es en sí misma, de infinito precio, mas, con frecuencia a los hombres, varían las aplicaciones de la redención, según las disposiciones de los sujetos. Lo que decimos de los individuos podemos decir de la humanidad en  general.
                Una de las cosa que más se admira en el Catolicismo, es, en efecto, su capacidad sorprendente para acomodarse a todos los tiempos y lugares, y procurar en todos ellos la santificación de las almas[1]. Y bien, en la época actual ha caído en gran manera el espíritu de mortificación y penitencia que distinguió los primeros siglos de la Iglesia. El ánimo guerrero y sufridor de aquellas edades ha sido suplantado por el mercantilismo y amor al lujo y los deleites; en una palabra, las costumbres se han dulcificado maravillosamente, al influjo de la cruz. En estas circunstancias, las almas tímidas desfallecen, pensando que es un imposible la resurrección del espíritu cristiano en la corrompida Europa. Pues bien, el Catolicismo pudiéramos decir que ha cambiado de táctica, y, en una nueva evolución, se presenta a combatir al mundo incrédulo y muelle de nuestros días, no con las armas de la penitencia que le aterrarían, sino con las del amor. Sí, repitámoslo, es el amor, el amor, el arma con que la Iglesia va a combatir al mundo.
                La devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús es la devoción eminentemente poética; esta devoción de encendido y purísimo amor, es la última evolución del Catolicismo en nuestros días, es la postrera aplicación de la Redención a los hombres. El amor a Dios no ha sido nunca cosa desconocida a los Santos, pero si al vulgo. Santa Teresa nos cuenta un hecho que comprueba admirablemente lo que venimos diciendo: “por cierto, nos refiere, que me acuerdo oír a un religioso un sermón harto admirable, y fue lo más de tratar de estos regalos que la Esposa tiene con Dios, y hubo tanta risa en el auditorio, y fue tan mal tomado lo que dijo (porque hablaba de amor, y fundó el sermón del mandato que predicaba en unas palabras de los cantares) que yo estaba espantada”[2]. Mientras que ahora se han escrito un sinnúmero de obras sobre el asunto, y todas son devoradas en el acto por la multitud devota. Uno de los que más bellamente han escrito en la materia es el P. Faber, en su bellísima obra titulada: Todo por Jesús; la devoción para él se formula en esta palabra: Amor. “Todo por amor dice, y el amor todo por nosotros. Todo por Jesús, y Jesús por todos; he aquí los dos lados de la Religión, todo va envuelto en esas dos frases: la teología toda entera, “la tierra, el purgatorio, el cielo”[3].
Y en efecto, N. S. Jesucristo, en las revelaciones hechas a la Beata Margarita Alacoque, y aún mucho antes de esto, en las revelaciones hechas a Santa Gertrudis, ha prometido repetidas veces que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, era un regalo, y magnífico, sobremanera, que el cielo se proponía hacer al mundo en los últimos tiempos, a fin de reanimar la caridad por entonces completamente resfriada. Y cierto, en nuestros días, más que en otros, hemos visto dilatarse, como la llama en un bosque marchito, esta férvida devoción al Sagrado Corazón, este amor impetuoso a Dios que hace explosiones de volcán en cada una de esas mil y mil obras  de acendrada piedad  que ora se llaman peregrinaciones, ora círculos católicos, ora asociaciones de caridad, etc., etc. Nunca el mundo católico se ha presentado más hermoso y gallardo, ante los ojos atónitos  del orbe; nunca la Sede de Pedro se ha visto rodeada, asaltada, pudiéramos decir, de tanto amor por parte de sus hijos; jamás se han admirado más numerosas, más ilustres ni más espontaneas conversiones a la fe,  como hoy. Estamos asistiendo a las más esplendidas reuniones de la caridad  en el mundo. E Sagrado Corazón ha cumplido su palabra.
La devoción que acabamos de mencionar, si bien se mira es la forma de est
as otras dos bellísimas y encantadoras: La devoción a la Eucaristía, y la devoción a la Pasión santísima de Nuestro Señor; ¡oh, el mundo con todos sus esfuerzos, ni los poetas con todas sus inspiraciones jamás hubieran podido adivinar devoción más hermosa, más sublime ni hechicera que la que nos ocupa: Jamás el hombre hubiera podido ofrecernos devoción igual a la del Sagrado Corazón!
Los santos de estos últimos tiempos que Nuestro Señor ha presentado al mundo como modelos, nos ofrecen también como virtud característica y definitiva suya la caridad. Pero admira, sobre todo, ese finísimo tacto de la Santa Iglesia en haber propuesto  últimamente por doctores suyos, a San Alfonso María de Ligorio y a San Francisco de Sales. El primero hecho por tierra la moral satánica del Jansenismo, e hizo expedita la senda que guía a los cielos; el segundo combatió en su obra al Calvinismo, progenitor de los jansenistas, y según la expresión de un célebre crítico, hizo popular la devoción en el mundo.
Ahora que el vicio que domina a los hombres es el frío y calculado egoísmo; ahora se presenta la Cruz a reconquistar al mundo por medio del amor. “Cuando más abundó el pecado tanto más sobreabundo la gracia”[4], dice San Pablo; Dios ha adecuado siempre el remedio a los males; y ved aquí cuanto más prosaico está el mundo, la devoción se nos presenta más poética que nunca; cuanto más incrédulos y egoístas se muestran los hombres, Dios nos abre los arcanos de la fe, nos regala los más exquisitos  tesoros de su amor. ¡Oh Amor, Amor! ¡Tú vencerás y convertirás al siglo XIX!
                                                                              Cuenca 19 de Marzo de 1878.


Cualquier parecido con la realidad ... es pura coincidencia.. es falta de mirar el pasado y aprender de él.


[1] La santificación es una operación divina, atribuida a la adorable persona del Espíritu Santo, y consiste en la aplicación de la Redención a un sujeto determinado.
[2] “Conceptos del amor de Dios” C. I. Tomo I pág. 347.
[3] “Todo por Jesús”: Tomo II pág. 153.
[4] Rom: C. V. 20. 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Patronos Secundarios: SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


Vida de Santa Margarita
 Santa Margarita María nació el 25 de julio de 1647, en Janots, Borgoña. Fue la quinta de 7 hijos de un notario acomodado.
A los cuatro años Margarita hizo una promesa al Señor. Sintiéndose inspirada rezó: "O Dios Mío, os consagro mi pureza y hago voto de perpetua castidad."  Aunque ella misma confesó más tarde que no entendía lo que significaba las palabras "voto" o "castidad."
Cuando tenía 8 años, murió su padre. Ingresaron a la niña en la escuela de las Clarisas Pobres de Charolles. Desde el primer momento, se sintió atraída por la vida de las religiosas en quienes la piedad de Margarita produjo tan buena impresión, que le permitieron hacer la Primera Comunión a los 9 años, lo cual no se acostumbraba en aquella época. Dos años después, Margarita contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama hasta los 15 años. Por este motivo tuvo que regresar a su casa.
Hija de la Virgen María
Ya de regreso, Margarita, que estaba muy enferma, y sin tener un remedio seguro, buscó alivio en la Virgen Santísima. Le hizo una promesa de que si Ella le devolvía la salud se haría una de sus hijas. Apenas hizo la promesa, recobró la salud. Dice Sta. Margarita: "Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios."
Además de la salud, esta promesa logró en Margarita un profundo sentido de unión con la Virgen, quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Pero no sin dificultades. "Apenas comencé a gozar de plena salud", recordará más tarde Margarita, " me fui tras la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente ternura que por mi sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que deseara..."
La Virgen la reprende severamente cuando la veía dispuesta a sucumbir en la terrible lucha que sostenía en su interior. Estando en una ocasión rezando el rosario sentada, se le presentó la Virgen ante ella y le dijo "Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia." Y causaron tal impresión estas palabras en la vida de Margarita, que le sirvieron de aviso para toda su vida.
Pero la Virgen es también ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita: "Nada temas; tú serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre.
Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Stma. Virgen le ayuda a alcanzar su meta.


El Santísimo Sacramento
Las cosas en la casa de Margarita no iban muy bien. Desde la muerte de su padre, se había instalado en su casa dos parientes y una de las hermanas de su papá, quienes habían relegado a segundo término a la mamá de Margarita y habían tomado en sus manos el gobierno de la casa. Y así no tenían autoridad alguna, ni Margarita ni su mamá en la casa. Era una guerra continua ya que todo estaba bajo llave, de tal modo, que ellas no podían hacer nada sin el permiso de sus parientes.
Margarita entonces empezó a dirigir todos sus afectos, su dicha y su consolación en el Santísimo Sacramento del altar. Pero ni siquiera esto le fue posible libremente, ya que la Iglesia de su pueblo quedaba a gran distancia y Margarita no podía salir de la casa sin el permiso de sus familiares.  En repetidas ocasiones un familiar le daba permiso y otro se lo negaba.
Pero si Margarita sufría por su situación, era más todavía el sufrimiento que le causaba al ver la condición de su madre. Ella, enferma con una erisipela en su cabeza que le producía una hinchazón e inflamación muy peligrosas, se veía continuamente cerca de la muerte. Y por cuanto más rogaba Margarita a sus parientes para que ayudasen a su mamá, ellos, sin mucho interés, buscaron tan solo un cirujano que la vio una sola vez. Este después de hacerla sangrar por un rato, les dijo a todos que solo un milagro podría salvar a la mamá de Margarita. Viendo el descuido hacia su madre en medio de su estado crítico, Margarita, en su angustia, acudió al mismo Señor. Y en oración le pidió que El mismo fuese el remedio para su pobre madre y que le enseñase a ella, qué tenía que hacer.
Pronto se haría imperiosa la necesidad de esa fortaleza especial que pedía. En cuanto regresó a la casa, encontró que estaba reventada la mejilla de su mamá con una llaga casi tan ancha como la palma de una mano, y de ella salía un hedor insoportable. Venciendo su natural repugnancia a las heridas, Margarita curaba todos los días la llaga de su mamá, teniendo varias veces que cortar mucha de su carne podrida. Durante todo el tiempo de la enfermedad, Margarita apenas dormía y comía muy escasamente. Pero no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia, "Mi Soberano Maestro, si Vos no lo quisieras, no sucedería esto, pero os doy gracias de haberlo permitido para hacerme semejante a Vos."
Y así iba creciendo en Margarita un gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. Ella se lamentaba, pues sentía que no sabía cómo orar, y fue el mismo Señor quien le enseñaba. El la movía a arrodillarse ante El y pedirle perdón por todas sus ofensas y después de adorarlo, era el mismo Señor quien se le presentaba en El misterio que Él quería que ella meditase. Y consumido en El, crecía en ella el deseo de solo amarlo cada vez más.
Cuando su madre y sus parientes empezaron a hablarle de matrimonio, la joven Margarita no podía sino sentir temor, pues no quería en nada ir en contra de aquel voto de entrega exclusiva a Dios que una vez había pronunciado. Pero era grande la presión ya que no le faltaban pretendientes que querían empujarle a perder su castidad. Por otro lado, su madre le insistía. Llorando ella le decía a Margarita que no tenía más esperanzas para salir de la miseria en que se hallaban más que en el matrimonio de Margarita, teniendo el consuelo de poder retirarse con ella tan pronto como estuviera colocada en el mundo. Todo esto fue muy duro para Margarita, quien sufría horriblemente. El demonio la tentaba continuamente, diciéndole que si ella se hacía religiosa, esta pena mataría a su mamá. Mas por otra parte la llamada de Margarita a ser religiosa y el horror a la impureza no cesaban de influenciarle y tenía, por gracia de Dios, continuamente delante de sus ojos, su voto, al que sentía que si llegase a faltar, sería castigada con horribles tormentos.
Pero, la ternura hacia su madre comenzó a sobreponerse con la idea de que, siendo aún niña cuando hizo el voto, y no comprendiendo lo que era, bien podría obtener dispensas. Comenzó pues Margarita a mirar al mundo y a arreglarse para ser del agrado de los que la buscaban. Procuraba divertirse lo más que podía. Pero durante todo el tiempo en que estaba en estos juegos y pasatiempos, continuamente el Señor la llamaba a su Corazón. Cuando por fin ella se apartaba un poco para recogerse, el Señor le hacía severas reprensiones ante las cuales sufría horriblemente. Dice Sta. Margarita: "Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades"
En una ocasión Jesús le dijo: "Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón... Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios.

Finalmente el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación y le dice: "¿Y bien querrás gozar de este placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- Querrás ahora disputármelo?". Comprendió ella que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado.  Que estaba ella perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.

INGRESO EN EL CONVENTO DE LA VISITACIÓN

Cuando sus parientes por fin se dieron cuenta de la firmeza de Margarita, la enviaron a la casa de unos de sus tíos que tenían una hija religiosa de la Orden de las Ursulinas. Pero Margarita no sentía que era ahí donde el Señor la quería y además sentía en su corazón una voz que le decía, "No es ahí donde te quiero, sino en Santa María." Una vez, viendo ella un cuadro de San Francisco de Sales, le pareció que le dirigía una mirada tan paternalmente amorosa, llamándola a ser su hija. Sintió que debía ella ser de la orden que este santo había fundado junto con Santa Juana de Chantal: las Visitantinas. Además, sentía mucha atracción hacia esta orden porque llevaba el nombre de María Santísima: Las Visitantinas, en honor al misterio de la Visitación.
Después de mucha dificultades en convencer a sus parientes de que ella quería entrar en el convento de la Visitación, por fin logró Margarita lo que tanto deseaba, y eligió a Paray. En cuanto entró al locutorio del convento de Paray, oyó en su corazón un voz:, "Aquí es donde te quiero." Su hermano le regaló la dote y Margarita ingresó en el Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.
Transcurridos dos meses de postulantado, tomó el santo hábito el 25 de agosto de 1671. Dijo entonces: "Mi divino Maestro me dio a entender que estábamos en días de nuestros desposorios, los cuales le daban un nuevo imperio sobre mí; en seguida me dio a conocer que, a imitación de los amantes apasionados, no me daría a gustar, durante este tiempo, sino lo que había de más dulce en la suavidad de las caricias de su amor".

La joven novicia se mostró humilde, obediente, sencilla y franca en el noviciado. Según el testimonio de una de sus con-novicias, edificó a toda la comunidad "por su caridad para con sus hermanas, a las que jamás dijo una sola palabra que pudiese molestarles, y por la paciencia con que soportó las duras reprimendas y humillaciones a las que fue sometida con frecuencia". En efecto, el noviciado de la santa no fue fácil. Por ejemplo, por más que le pidiese su superiora, le era imposible a Margarita practicar la meditación discursiva. Ella cuenta, "Por más esfuerzos que hacía yo por practicar el método que me enseñaban, acababa siempre por volver al método de mi Divino Maestro, aunque no quisiese." Este le causaba mucho dolor ya que su mayor deseo era de obedecer a su Superiora.

También hubo otra situación que fue causa de gran abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda la familia de Margarita hacia el queso. Era tanta la aversión que tenían al queso, que el hermano de Margarita le pidió expresamente a las hermanas que no le obligasen a Margarita jamás el tener que comerlo. Pero ya en el convento, se dio todo lo opuesto. Margarita, por obediencia tenía que comer queso. Al principio no podía por las nauseas que le daban y salía corriendo. Pero le suplicaba a su Señor que le ayudase ya que ella no quería ser diferente de las demás en nada. Con gran esfuerzo de su parte, Margarita logró comer queso. Cosa que ofreció como sacrificio por más de diez años.
Otra dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor y Él le respondió:
"Di a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero de una manera que aún no es conocida sino por Mi. Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo. Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado. Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro."
El Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad humana.  Más bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el medio más seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus superioras limitadas,  la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a pesar de todo.  El Señor promete que si ella obedece a sus superioras... "yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios"
La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672. El Señor por su parte cumplió plenamente su promesa, pues Él se encargó de trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón semejante al suyo.
El sacerdote al celebrar su profesión dijo: "Jesucristo te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora resplandeciente...!"
Escribió Santa Margarita ese día por la tarde: "Yo vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo que pida de mí; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin reserva de otro interés más que de su mayor Gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos.

TRES ARMAS PARA LA LUCHA
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación.
La primera arma:
Una conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante la más pequeña falta
.
Una vez le dijo el Señor cuando había Margarita cometido una falta:
"Sabed que soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades."
Y así confiesa Margarita que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación a este dolor, nada le parecía los demás dolores, correcciones y mortificaciones y por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia.
Esta arma se fundamenta en su gran deseo de amar.


La segunda arma: La santa obediencia.
Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía:
"Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia."


La tercera arma: Su Santa Cruz.

La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y el Señor le dijo:
"He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento."
Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. El, para desatar cada vez mas de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de suplirle todas la gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: "Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a mí. No debes buscar nada fuera de mí pues de lo contrario injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente, ya que yo quiero ser solo todo para ti."
Al día siguiente de su profesión destinaron a Margarita a la enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por la enfermería, escribía: "Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir allí." Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sin número de insultos y desengaños durante ese tiempo.
Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y la quiere víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: "Nada quiero sino tu Amor y tu Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo."

REVELACIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS


El profundo significado del corazón está revelado en la Biblia extensivamente.
Ver también: "corazones" en el Catecismo.
Primera revelación
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
"Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
Él me dijo:
"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo  los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."
"Luego," continúa Margarita, "me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: "He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón."
Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de sí que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenía gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.
A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.
Entre estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios." En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.



Segunda Revelación
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita:
"El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y  transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior...
...la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión."
"Me hizo ver, " continúa Margarita, "que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción."
En esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones,  y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban. Pero por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quiera revelar.

Tercera revelación
En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe Sta. Margarita, "que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón."
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Le dirige las siguientes peticiones:
º Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo
º Jueves a viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte.
º Por acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo; el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo...
"Una vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y  desconocimiento.
"Eso," le dice Jesús a Margarita, "fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades."
Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: "Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte." Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. Él le respondió:
"Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios."
Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer.
"Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como-gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes."


Tomado de www.corazones.org  a quienes agradecemos. Se puede consultar allí más sobre nuestra patrona cuya fiesta es el 16 de octubre.
Saludos a todos y a todas con nuestra bendición y gratitud por su seguimiento.

sábado, 27 de septiembre de 2014

130 años de Oblatividad

Los 130 años de oblatividad marcan una historia dentro de la Congregación de Misioneros Oblatos de los Corazones Santísimos.
Su inicio se remonta desde mucho más atrás, puesto que quien la fundo, es el corazón y la vida que palpita dentro de ella.
El Venerable Padre Julio María Matovelle ASCETA Y MÍSTICO así lo demuestra:
                “La vida de este sapiente y virtuoso varón se enderezó invariablemente en una línea que no tuvo curva. Su itinerario fue ejercido de actividades heroicas sin ostentación, sin ruido, sin temor a los obstáculos, ni por intento, en que se mezclase el polvo de la humana miseria. Puede asegurarse que desde seglar practicó el programa de la vida perfecta: la castidad, la pobreza, la obediencia y ésta, la mayor abnegación, la de vencerse a sí mismo, por imperativo de la conciencia ilustrada, según el más alto criterio de vida.[i]


La fundación de la Congregación, fue algo que se formó en la mente y la conciencia del Padre Matovelle, durante un buen tiempo; estas cosas son delicadas y debes ser meditadas, caviladas y repasadas hasta que, con la oración se logren hacer realidad. De sus notas y meditaciones podemos leer lo siguiente:
                “Cuenca, 17 de Septiembre 1884.- Después de algunos años de muchas oraciones y súplicas a Dios, pareciéndonos ya, a los sacerdotes comprometidos, llegado el tiempo de llevar a efecto la Asociación de los Oblatos del divino Amor, propusimos la idea al Señor Vicario Capitular de Cuenca, Dr. José Antonio Piedra, y solicitamos su aprobación. Muchos días se pasaron sin poder obtenerla; llegó el 14 de Septiembre y deseaba que fuese ese día, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y tampoco era posible. Llegó por fin el 17 de Septiembre, fiesta de la impresión de las llagas de S. Francisco, y tuve un sentimiento íntimo, clarísimo e indudable de que en ese día iba a ser aprobada la Asociación. Celebré la Misa de fiesta en el altar de los Dolores de la Santísima Virgen; y todas las oraciones de la Misa me parecían perfectamente aplicadas a nuestra Asociación. Después de celebrar, poniéndome a leer la Sagrada Escritura, ví que me tocaba leer el capítulo 3º de la Apocalipsis, desde el versículo 7:-Et angelo Phiiladelphiae Scribe. . . Ecce dedi coram te ostium apetum, quod memo potest claudere. . . Qui vicerit faciam illum columnam in tempium Dei mei. . .: -Y escribe el ángel de Filadelfia. . . “He aquí que fuese delante de tus ojos abierta una puerta, que nadie podrá cerrar. . . Al que venciere yo le haré columna en el templo de mi Dios”. Dios mío, ¿Quién podrá decir lo que entonces fue revelado a mi espíritu?. . .
El reinado del Sagrado Corazón en la Iglesia, fue puesto manifiestamente a mi vista. . . A las dos de la tarde de ese mismo día estaba ya aprobado, precisamente, nuestro Instituto.[ii]


La historia se refiere siempre a lugares concretos, hechos significativos y personajes importantes. Esa historia se ha hecho con  muchos aciertos y muchas dificultades y así se cumplen las ideas, proyectos y planes que personajes van dando a lo largo de su vida, esta pues es una insigne historia que da a la Iglesia una lucidez impresionante, aún en medio del silencio y del sigilo por cumplir con la excelencia del seguimiento a Jesucristo. Veamos sólo un pequeño párrafo de esa historia:
“Todo Instituto nuevo, aun los fundados y dirigidos con particular inspiración del Cielo, como las grandes Órdenes religiosas de la Edad Media, han debido pasar por una época de transición y prueba, durante la que han podido conocer por experiencia cuales eran los ministerios y las obras a que Dios les había destinado por vocación especial suya. Con mucha mayor razón, y con necesidad más premiosa todavía, tenía que verificarse esto mismo en nuestra Congregación naciente, que, no pudiendo compararse en manera alguna con esas colosales instituciones, ni contando con los torrentes de luz sobrenatural que a aquellas dirigían, teníamos que inquirir con paciente esfuerzo y perseverante labor cuales debían ser los ministerios y las obras más acomodadas a la índole y los propósitos de nuestra Congregación. Al principio creíamos que podríamos dedicarnos a la dirección de seminarios, de colegios y escuelas, por lo cual admitimos el cargo de Prefecto de piedad, en el seminario conciliar de Cuenca, y después nos hicimos cargo de un colegio de segunda enseñanza y de una escuela primaria de niños, en Azogues; pero luego, la experiencia vino a demostrarnos que no era del agrado de Dios que nos dedicáramos a tales trabajos, pues, si bien éstos fueron grandemente provechosos para las almas de cuya formación nos habíamos encargado, en cambio, nuestro Instituto se puso, por ello, al borde de la ruina, como luego se verá. De todo lo cual resulta, como conclusión muy clara, que la obra de las misiones o de los ejercicios espirituales es la más acomodada a la índole peculiar de nuestro Instituto.”[iii]

Bueno es pues, que desde ahora, y como una forma de rendir tributo a este Venerable Sacerdote, el leer, investigar, pero más, tratar de testimoniar con nuestras vidas, la de este protagonista tan importante de la Congregación. Bendiciones para todos y todas en estas fiestas.




[i] Matovelle, José Julio María; Obras completas Pág. 57-58.

[ii] Tomado del Prólogo de Memorias Intimas o Vida Espiritual. – Quito: Basílica Nacional, 1939, XI-XVII. Remigio Crespo Toral.
[iii] De las Memorias del Padre Julio María Matovelle Cap. XV

lunes, 15 de septiembre de 2014

La Benignidad Pastoral

LA BENIGNIDAD PASTORAL, HACIA LA PEDAGOGIA DE LA MISERICORDIA[1]
…Obedece a una necesidad pastoral  en el momento actual  por dos razones particulares: la primera,  porque La historia se está encaminando a un cambio significativo a diversos niveles: es el paso de la severidad a la benignidad. Este cambio lo observamos en la pedagogía familiar y escolar; en la aplicación de sanciones a nivel judicial-civil.
En segundo lugar, el aire de permisividad social y jurídica que corre, nos exige establecer una distinción entre lo que es la verdadera benignidad pastoral y lo que supone la permisividad de nuestro tiempo. En una época de rigor, no fue bien visto hablar de   ̀benignidad  ́ porque se la entendía como debilidad, como complicidad con el mal. La benignidad no tenía buena prensa.
Una cultura que nos educó para las formulaciones disyuntivas,  sinónimo de soluciones adialécticas, nos llevó a privilegiar la razón, el cerebro, la verdad y la doctrina,  dejando en la penumbra el sentimiento, el corazón, la vida, la experiencia…Hoy se siente la necesidad de buscar un equilibrio entre estas antinomias o aporías. El equilibrio se logrará mediante la justa comprensión de lo que es la   ̀benignidad pastoral  ́, una virtud evangélica que está urgida de su rehabilitación.
“La sola justicia, escribió Juan Pablo II, no basta…, si no se quiere repetir la experiencia del dicho latino `súmmum jus, summa injuria´ (el derecho llevado al extremo se convierte en la máxima ofensa). Es necesario, continua, que se le permita al amor plasmar la vida humana en sus diversas manifestaciones” (Dives in misericordia n. 12).
La pedagogía familiar y escolar de nuestro tiempo está urgentemente necesitada de esta conciliación. Se trata de pasar de la severidad a la benignidad, pero sin caer en la permisividad que caracteriza a la sociedad presente. N. Galli recogió el pensamiento de Lambruschini que había expresado la posibilidad de una coexistencia dinámica entre autoridad-ley y conciencia-libertad: “La libertad es la conciencia que respeta la ley, y la autoridad es la ley que respeta a la conciencia”[2]
No Hay motivo para esta oposición, pues la generación joven no es rebelde por principio, sino en atención al bloqueo que presenta la generación adulta. Mientras  ésta defiende a todo trance la ley, los jóvenes quieren proclamar en alta voz que la ley no es lo único, que existen también otros valores que merecen la atención, como el sentimiento, el placer, la espontaneidad, la creatividad…
La presencia del pluralismo genera, en primer lugar, la tolerancia social y, posteriormente, aparecerá la tolerancia jurídica que hoy está en boga. La tolerancia social es una actitud a-crítica  de la sociedad frente a la presencia del mal; la tolerancia jurídica es una aceptación oficial, legitimada por la autoridad del mal social. Se comprende que no todo lo ético debe ser impuesto en forma legal, pero si todo lo legal debe ser ético.
Junto con el espacio que se abre a la benignidad en sentido positivo se inicia también la acogida de un nuevo principio en el campo de la teología  moral: es el principio de la `gradualidad´[3]. La gradualidad puede entenderse como la tensión dinámica de quien no pudiendo hoy  cumplir todas las exigencias de la ley moral, se esfuerza gradualmente por capacitarse para cumplirla mañana de una forma más plena”[4].
Hay dos testimonios que interpelan al creyente: el primero está tomado del viejo código de Derecho Canónico (1917) que en el canon 2214 ¶2 exhortaba así a los pastores: “Acuérdense los obispos y demás ordinarios que son pastores y no verdugos y que conviene rijan a sus súbditos  de tal forma que no se enseñoreen de ellos, sino que los amen como a hijos y hermanos, y se esfuercen con exhortaciones y avisos en apartarlos del mal, para no verse en la precisión de castigarlos con penas justas si llegan a delinquir.
Y si ocurriere que por la fragilidad humana llegaren éstos a delinquir en algo, deben observar aquel precepto del Apóstol de razonar con ellos, de rogarles encarecidamente, de reprenderlos con toda bondad y paciencia, pues en muchas ocasiones puede más, para con los que hay que corregir, la benevolencia que la austeridad, la exhortación más que las amenazas y la caridad más que el poder, más si por la gravedad del delito es necesario el castigo, es entonces cuando deben hacer uso del rigor con mansedumbre, de la justicia con misericordia y de la severidad con blandura, para que sin asperezas se conserve la disciplina, saludable y necesaria a los pueblos…”
A este propósito, el Doctor de la benignidad –san Alfonso M. De Liguori-, comentaba que “no siempre lo más severo es lo que salva”.



[1] Botero G,  J Silvio P.J. La Benignidad Pastoral. Hacia una pedagogía de la misericordia. Paulinas, Bogotá 2005.
[2] Galli, Norberto. La pedagogía familiar hoy, Herder, Barcelona, 1976, p 40.
[3] Cfr. Botero G. J Silvio. De la norma a la vida. Evolución de los principios morales. P. S., Madrid, 2003, p 77-86; IDEM, “Nuevos principios  morales en la ética conyugal”, Studia Moralia 41 (2003), pp. 407-411
[4] Botero G, Silvio. De la norma a la vida…, p 79.