lunes, 29 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
130 años de Oblatividad
Los 130 años de oblatividad
marcan una historia dentro de la Congregación de Misioneros Oblatos de los
Corazones Santísimos.
Su inicio se remonta desde mucho
más atrás, puesto que quien la fundo, es el corazón y la vida que palpita
dentro de ella.
El Venerable Padre Julio María
Matovelle ASCETA Y MÍSTICO así lo demuestra:
“La vida de este sapiente y virtuoso varón se
enderezó invariablemente en una línea que no tuvo curva. Su itinerario fue
ejercido de actividades heroicas sin ostentación, sin ruido, sin temor a los
obstáculos, ni por intento, en que se mezclase el polvo de la humana miseria.
Puede asegurarse que desde seglar practicó el programa de la vida perfecta: la
castidad, la pobreza, la obediencia y ésta, la mayor abnegación, la de vencerse
a sí mismo, por imperativo de la conciencia ilustrada, según el más alto
criterio de vida.[i]
La fundación de la Congregación,
fue algo que se formó en la mente y la conciencia del Padre Matovelle, durante
un buen tiempo; estas cosas son delicadas y debes ser meditadas, caviladas y
repasadas hasta que, con la oración se logren hacer realidad. De sus notas y
meditaciones podemos leer lo siguiente:
“Cuenca, 17 de
Septiembre 1884.- Después de algunos años de muchas oraciones y súplicas a
Dios, pareciéndonos ya, a los sacerdotes comprometidos, llegado el tiempo de
llevar a efecto la Asociación de los Oblatos del divino Amor, propusimos la
idea al Señor Vicario Capitular de Cuenca, Dr. José Antonio Piedra, y
solicitamos su aprobación. Muchos días se pasaron sin poder obtenerla; llegó el
14 de Septiembre y deseaba que fuese ese día, fiesta de la Exaltación de la Santa
Cruz, y tampoco era posible. Llegó por fin el 17 de Septiembre, fiesta de la impresión de las llagas de S. Francisco, y
tuve un sentimiento íntimo, clarísimo e indudable de que en ese día iba a ser
aprobada la Asociación. Celebré la Misa de fiesta en el altar de los Dolores de
la Santísima Virgen; y todas las oraciones de la Misa me parecían perfectamente
aplicadas a nuestra Asociación. Después de celebrar, poniéndome a leer la
Sagrada Escritura, ví que me tocaba leer el capítulo 3º de la Apocalipsis,
desde el versículo 7:-Et angelo Phiiladelphiae Scribe. . . Ecce dedi coram te
ostium apetum, quod memo potest claudere. . . Qui vicerit faciam illum columnam
in tempium Dei mei. . .: -Y escribe el ángel de Filadelfia. . . “He aquí que
fuese delante de tus ojos abierta una puerta, que nadie podrá cerrar. . . Al
que venciere yo le haré columna en el templo de mi Dios”. Dios mío, ¿Quién
podrá decir lo que entonces fue revelado a mi espíritu?. . .
El reinado del Sagrado Corazón en la Iglesia, fue puesto
manifiestamente a mi vista. . . A las dos de la tarde de ese mismo día estaba
ya aprobado, precisamente, nuestro Instituto.[ii]
La historia se refiere siempre a
lugares concretos, hechos significativos y personajes importantes. Esa historia
se ha hecho con muchos aciertos y muchas
dificultades y así se cumplen las ideas, proyectos y planes que personajes van
dando a lo largo de su vida, esta pues es una insigne historia que da a la
Iglesia una lucidez impresionante, aún en medio del silencio y del sigilo por
cumplir con la excelencia del seguimiento a Jesucristo. Veamos sólo un pequeño
párrafo de esa historia:
“Todo Instituto nuevo, aun los fundados y
dirigidos con particular inspiración del Cielo, como las grandes Órdenes
religiosas de la Edad Media, han debido pasar por una época de transición y
prueba, durante la que han podido conocer por experiencia cuales eran los
ministerios y las obras a que Dios les había destinado por vocación especial
suya. Con mucha mayor razón, y con necesidad más premiosa todavía, tenía que
verificarse esto mismo en nuestra Congregación naciente, que, no pudiendo compararse
en manera alguna con esas colosales instituciones, ni contando con los
torrentes de luz sobrenatural que a aquellas dirigían, teníamos que inquirir
con paciente esfuerzo y perseverante labor cuales debían ser los ministerios y
las obras más acomodadas a la índole y los propósitos de nuestra Congregación.
Al principio creíamos que podríamos dedicarnos a la dirección de seminarios, de
colegios y escuelas, por lo cual admitimos el cargo de Prefecto de piedad, en
el seminario conciliar de Cuenca, y después nos hicimos cargo de un colegio de
segunda enseñanza y de una escuela primaria de niños, en Azogues; pero luego,
la experiencia vino a demostrarnos que no era del agrado de Dios que nos
dedicáramos a tales trabajos, pues, si bien éstos fueron grandemente provechosos
para las almas de cuya formación nos habíamos encargado, en cambio, nuestro
Instituto se puso, por ello, al borde de la ruina, como luego se verá. De todo
lo cual resulta, como conclusión muy clara, que la obra de las misiones o de
los ejercicios espirituales es la más acomodada a la índole peculiar de nuestro
Instituto.”[iii]
Bueno es pues, que desde ahora, y
como una forma de rendir tributo a este Venerable Sacerdote, el leer,
investigar, pero más, tratar de testimoniar con nuestras vidas, la de este
protagonista tan importante de la Congregación. Bendiciones para todos y todas
en estas fiestas.
[i]
Matovelle, José Julio María; Obras completas Pág. 57-58.
lunes, 15 de septiembre de 2014
La Benignidad Pastoral
LA BENIGNIDAD PASTORAL, HACIA LA PEDAGOGIA DE LA
MISERICORDIA[1]
…Obedece a una necesidad
pastoral en el momento actual por dos razones particulares: la
primera, porque La historia se está
encaminando a un cambio significativo a diversos niveles: es el paso de la
severidad a la benignidad. Este cambio lo observamos en la pedagogía familiar y
escolar; en la aplicación de sanciones a nivel judicial-civil.
En segundo lugar, el aire de
permisividad social y jurídica que corre, nos exige establecer una distinción
entre lo que es la verdadera benignidad pastoral y lo que supone la
permisividad de nuestro tiempo. En una época de rigor, no fue bien visto hablar
de ̀benignidad
́ porque se la entendía como debilidad, como complicidad con el mal. La
benignidad no tenía buena prensa.
Una cultura que nos educó para
las formulaciones disyuntivas, sinónimo
de soluciones adialécticas, nos llevó a privilegiar la razón, el cerebro, la
verdad y la doctrina, dejando en la
penumbra el sentimiento, el corazón, la vida, la experiencia…Hoy se siente la
necesidad de buscar un equilibrio entre estas antinomias o aporías. El
equilibrio se logrará mediante la justa comprensión de lo que es la ̀benignidad pastoral ́, una virtud evangélica que está urgida de
su rehabilitación.
“La sola justicia, escribió Juan
Pablo II, no basta…, si no se quiere repetir la experiencia del dicho latino
`súmmum jus, summa injuria´ (el derecho llevado al extremo se convierte en la
máxima ofensa). Es necesario, continua, que se le permita al amor plasmar la
vida humana en sus diversas manifestaciones” (Dives in misericordia n. 12).
La pedagogía familiar y escolar
de nuestro tiempo está urgentemente necesitada de esta conciliación. Se trata
de pasar de la severidad a la benignidad, pero sin caer en la permisividad que
caracteriza a la sociedad presente. N. Galli recogió el pensamiento de
Lambruschini que había expresado la posibilidad de una coexistencia dinámica
entre autoridad-ley y conciencia-libertad: “La libertad es la conciencia que
respeta la ley, y la autoridad es la ley que respeta a la conciencia”[2]
…
No Hay motivo para esta
oposición, pues la generación joven no es rebelde por principio, sino en
atención al bloqueo que presenta la generación adulta. Mientras ésta defiende a todo trance la ley, los
jóvenes quieren proclamar en alta voz que la ley no es lo único, que existen
también otros valores que merecen la atención, como el sentimiento, el placer,
la espontaneidad, la creatividad…
…
La presencia del pluralismo
genera, en primer lugar, la tolerancia social y, posteriormente, aparecerá la
tolerancia jurídica que hoy está en boga. La tolerancia social es una actitud
a-crítica de la sociedad frente a la
presencia del mal; la tolerancia jurídica es una aceptación oficial, legitimada
por la autoridad del mal social. Se comprende que no todo lo ético debe ser
impuesto en forma legal, pero si todo lo legal debe ser ético.
…
Junto con el espacio que se abre
a la benignidad en sentido positivo se inicia también la acogida de un nuevo
principio en el campo de la teología
moral: es el principio de la `gradualidad´[3].
La gradualidad puede entenderse como la tensión dinámica de quien no pudiendo
hoy cumplir todas las exigencias de la
ley moral, se esfuerza gradualmente por capacitarse para cumplirla mañana de
una forma más plena”[4].
Hay dos testimonios que
interpelan al creyente: el primero está tomado del viejo código de Derecho Canónico (1917) que en el canon
2214 ¶2 exhortaba así a los pastores: “Acuérdense los obispos y demás
ordinarios que son pastores y no verdugos y que conviene rijan a sus
súbditos de tal forma que no se
enseñoreen de ellos, sino que los amen como a hijos y hermanos, y se esfuercen
con exhortaciones y avisos en apartarlos del mal, para no verse en la precisión
de castigarlos con penas justas si llegan a delinquir.
Y si ocurriere que por la
fragilidad humana llegaren éstos a delinquir en algo, deben observar aquel
precepto del Apóstol de razonar con ellos, de rogarles encarecidamente, de
reprenderlos con toda bondad y paciencia, pues en muchas ocasiones puede más,
para con los que hay que corregir, la benevolencia que la austeridad, la
exhortación más que las amenazas y la caridad más que el poder, más si por la
gravedad del delito es necesario el castigo, es entonces cuando deben hacer uso
del rigor con mansedumbre, de la justicia con misericordia y de la severidad
con blandura, para que sin asperezas se conserve la disciplina, saludable y
necesaria a los pueblos…”
…
A este propósito, el Doctor de la
benignidad –san Alfonso M. De Liguori-, comentaba que “no siempre lo más severo
es lo que salva”.
[1]
Botero G, J Silvio P.J. La Benignidad Pastoral. Hacia una pedagogía
de la misericordia. Paulinas, Bogotá 2005.
[2]
Galli, Norberto. La pedagogía familiar
hoy, Herder, Barcelona, 1976, p 40.
[3] Cfr.
Botero G. J Silvio. De la norma a la
vida. Evolución de los principios morales. P. S., Madrid, 2003, p 77-86;
IDEM, “Nuevos principios morales en la
ética conyugal”, Studia Moralia 41
(2003), pp. 407-411
[4]
Botero G, Silvio. De la norma a la vida…,
p 79.
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